jueves, febrero 12, 2009

LUNA

Ayer por la noche falleció Luna.
Vivió bien, creo yo.
Fue una gata poco convencional; no salía del departamento, era increíblemente arisca y cuando estaba en celo se comportaba de manera muy extraña con los hombres (sí, con los hombres, no sé si con los gatos, pero puedo asegurar que coqueteó a más de algún ex-compañero). Con la mamá de Nadine era aún más rara, absurdamente amorosa como si jamás hubiese tratado de matarme lenta y dolorosamente, y cuando la señora se daba vuelta, me miraba con su cara de "la próxima vez no fallaré".
Peluda y gorda se calmó un poquito cuando la esterilizaron, aunque debo admitir que igual no tenía el coraje como para acercarme a ella sin sentirme increíblemente amenazada.
Es que era muy regalona. Con una personalidad demasiado humana para una gata.
Igual le tenía cariño, pero más cariño le tengo a la que fue su dueña, Nadine, que la cuidó como una hermana, a veces mayor, otras veces menor.
Ella sufre y yo sufro por ella.
Es que es triste perder a una mascota, especialmente si nunca lo trataste como mascota y le hablabas y te reías con las cosas que hacía y te enojabas cuando no reaccionaba como esperabas así como lo esperas de un amigo. Te da pena, porque no estuviste ahí en tantos momentos que en realidad nunca pensaste que podría necesitarte pero ahora que le echas una segunda mirada quizás sí te quería a su lado y tú puro haciendo tonteras lejos de ella.
Dicen que los gatos no son fieles, porque si no les gusta donde están se van a buscar un mejor hogar. No creo que eso tenga que ver específicamente con la lealtad (quizás un poquito pero mezclado con empatía), sino más bien con la exigencia, escrúpulos y exquisitez de ese ser peludo con cola y ojitos como bolitas rellenas de agua pintados por dentro al final, en la orilla que da hacia la cabeza. Creo que si Luna hubiese querido, se hubiera ido, porque supongo que oportunidades tuvo muchas, viviendo en el segundo piso de un departamento en el que las ventanas, como en la mayoría de los hogares, se abrían.
No se fue porque le gustaba estar ahí.
Que le hicieran cariño cuando llegaran del colegio o del trabajo, que le hablaran cosas en un extraño idioma que sonaba gracioso, que lloraran junto a ella después de una discusión abrazándola como si fuera el único ser confiable de la Tierra, que la alimentaran más de lo debido, que la dejaran dormir arriba de la cama, que la respetaran y la quisieran.
Que a veces le llevaran unas gatas que no saben hacer más que joder todo el día, pero que igual las quiere como si fueran sus sobrinas.

Vivió bien la Luna.
Todo fue repentino y doloroso, pero los temas de la muerte suelen ser dolorosos, y extrañamente son más dolorosos para el que no se muere.
La quieren harto todavía.

Para ti Luna.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

(Yo y Tú: Arriba de la cama. Mientras Loreto toca el timbre)

-Yo: Willy, es sólo un gato...
-Tú: ah, ¿no es la Luna?..

Para mí, la Lunita nunca fue sólo un gato, era una de las mejores partes del escenario móvil de mi vida.
Me gusta creer que ella pensaba lo mismo de mí.

Te quiero willy, y mi mamá me pidió que te diera las gracias por el texto.

Anónimo dijo...

¿notaste que en 2 oportunidades sólo las muertes te inspiraron?

VEINTEAÑERA