sábado, julio 22, 2006

Allá fue..

Aquí una foto de la desaparecida Nadine, que se nos fue a España, conmigo "vestidas, no disfrazadas" de chilotas, disfrutando una jornada de webeo en el colegio. Saludos cabra, te quiero. ( Sí, no encontré otra foto en la que saliéramos más feas...)

jueves, julio 20, 2006

En primero medio comenzamos con la bendita jornada completa, al rededor de diez horas de puro colegio: el sueño de cualquier chico. Almorzar era una de las peores partes, porque si ya detestabas a los pendejos después de recibir empujones en los recreos también tenías que compartir la sagrada hora del almuerzo con ellos. PUAJ!.
Con los cabros buscamos un lugar para comer pacífica y aisladamente. Después de dos años lo encontramos: la sala de los matemáticos. Nadie nos molestaba y podíamos hasta desnudarnos tranquilos si queríamos, en fin, un paraíso. El problema era conseguir el permiso del monstruo al que todos temen: la moco, quien ya había dicho que adentro de las salas no se podía comer. Fue ahí donde la convincente de JOC! entró en acción y con sus persuasivas palabras y su parada de "yo siempre consigo lo que quiero y cuando quiero" ganó el pase para usar el aula del segundo piso tranquilamente.
Ese día íbamos todos felices y sonrientes a comer sin exigir una "contraseña" para que alguien entrara, porque ya era legal, aunque íbamos es mucho decir. Yo estaba mareada y verde por vomitar. No comí nada pero quise estar presente en ese especial momento en el que el santuario de la comida se inaugaraba. Pero el malestar me ganó. En un momento inesperado intenté salir corriendo para escupir todo lo malo, pero no alcancé a llegar ni a la puerta cuando vomité.
Y vomité y vomité y las piernas me tiritaban y la cabeza me dolía. Y seguía vomitando.
Sólo Ana atinó a ayudarme y llevar una silla, mientras el resto solo reía por lo inusual de la situación.
Y así me llevé vomitando hasta no poder más, mientras Ninin (para ponerle un sobrenombre) decía " uuuuuuuu, y justo nos habían dado permiso para comer aquí..."

miércoles, julio 19, 2006

Malas costumbres

Cuando me pongo nerviosa me rasco la cabeza, no como si la tuviera llena de piojos, sólo como si debajo de todo ese pelo oscuro se pudieran ordenar las ideas con mis uñas. En fin, es una costumbre que no me molestaba porque no me ineresa andar todo el día peinada de alguna forma ni me interesa que la gente no se me acerque por miedo a contagio de liendres. De hecho me gustaba rascarme la cabeza, es casi una adcción, mientras unos necesitan fumar o tener relaciones sexuales esporádicas con gente que no conocen a mi me gusta rascarme la cabeza, o mejor dicho, me gustaba.
Hace poco participé en un concurso de danza con el colegio en el que estudio y un liceo de arte. Para mi sorpresa, y lo digo en serio, gané el premio a mejor intérprete femenino. Cuando me nombraron no atiné a caminar a buscar el sobre ni el diploma, sólo me rasqué la cabeza. Luego el animador me llamó con la mano y me pidió que fuera, como cuando uno llama a su perrito, y yo fui rascándome la cabeza. Gente que no conocía me sacaba fotos y yo sonreía y me rascaba la cabeza. Después la gente me felicitaba y entre ellas estaba Loreto, una chica del colegio, que me dijo "siempre rascándose la cabeza..." e hizo una imitación de yo rascándome la cabeza con cara de niño de tres años con un abecedario chino delante. ¿Tan tonta y volada me veo? ¿Cómo nadie me lo dijo antes?. Y lo hago casi siempre. Definitivamente poco femenino e interesante... una adicción, otra mala costumbre que tendré que dejar.