lunes, julio 24, 2006

La bacinica por favor.


Ayer en la noche no pude dormir tranquila por todas las cosas que pensaba. Cosas absurdas, la mayoría de ellas, pero por muy ridículas que fueran no dejaban de acosarme como pulgas en la oreja picándome y recórdandome que aún están ahí.
Entre esas cosas estuvo el interesante tema de la orina. Resulta que recordé una vez que me hice en primero básico; era un poroto como de un metro de altura demasiado tímido como para rogarle a la profesora que, a pesar de que en el consejo de profes hayan hablado de que a nadie podía salir al baño, hiciera una exepción conmigo para no pasar una vergüenza.
La poza que dejé era un lago Llanquihue cualquiera, enorme como para reflejarse de cuerpo entero y la infeliz de la vieja me hizo limpiarla... LIMPIARLA!.Fue terrible. Menos mal que la echaron.
O la anécdota de una chica, de la que no recuerdo su nombre (Natalia y su hermana Fernanda o Francisca y su hermana Ana) que una vez me contó que un día con sus primas ( o amigas,qué importa) se rió tanto que se meó encima, pero no fue como cualquier meada, porque se supone que el pichí tiene que escurrir por tus piernas si estás con un pantalón, pero a ella le salió un chorro, como un caballo y justo tenía una pierna encima de una cama así que se le noto poco que un hilo de orina le salía por entre sus piernas. Todavía no le creo mucho.
O el caso de una amiga de la que no diré el nombre y llamaré Warisapo. A los catorce años más o menos tenía el problema de no controlar esfínteres y a penas nos vimos envuelta entre un grupo de borrachos adultos ( yo tenía como 11 años) salimos corriendo y al llegar a un lugar seguro me declaró su vergonzosa situación. O cuando íbamos a los juegos de la multinacional globalmente conocida compañía MANPATO y nos subíamos al barco pirata tambía se orinaba encima. Nunca entendí por qué le pasaba eso. Afortunadamente para ella y sus pantalones ya no le pasa.

Y ahí creo que me quedé dormida...

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